Hace algún tiempo se logró la detención en la entidad de un presunto asesino del activista poblano Agnes Torres. También se logró la detención del asesino de un taxista, presunto operador de un grupo delictivo veracruzano. Ambos delincuentes llegaron a Yucatán tratando de ocultarse de la justicia.
Lo anterior revivió el tema del llamado “efecto cucaracha” en varios medios de comunicación local y en general dio pie a conjeturas respecto a este fenómeno que técnicamente es conocido como “desplazamiento del delito”.
Es lugar común afirmar que ante operativos en diversos lugares de la República Mexicana o ante la detención de criminales llegados de fuera para evadir la justicia de los lugares donde cometieron ilícitos nuestro estado se vuelve víctima del efecto “Cucaracha”, es decir, que presuntamente sirve de refugio de la delincuencia.
Un mito muy arraigado lo representa el hecho de pensar que de manera sistemática el desplazamiento del delito de un estado a otro puede ocurrir de forma mágica o espontánea.
Nada más alejado de la realidad. Hoy en día el desarrollo de plataformas de seguridad y la adopción de esquemas de organización entre las autoridades de los tres niveles de gobierno revelan que el efecto cucaracha ocurre menos a menudo de lo que se supone. Además de la cooperación interestatal y el uso de técnicas de inteligencia, las acciones permanentes de prevención son claves para la disminución de este fenómeno.
Contra la creencia popular de que un número indeterminado o imaginario de delincuentes vienen a refugiarse o cometer delitos a Yucatán la realidad es que en la mayoría de los casos es muy difícil para un delincuente o grupo organizado reproducir a nivel local las mismas condiciones que generaron los delitos hechos en otra entidad.
Si bien es cierto que algunos delincuentes muy motivados o experimentados pueden desplazarse o transformarse no todos podrán hacerlo siempre y ese es el punto crucial: En Yucatán la acción coordinada entre la SSP, PF, PGR, SEDENA, SEMAR y la FGE han logrado operativos permanentes para evitar que ocurra este efecto derivado de los operativos que realizan en otros estados las fuerzas federales.
Aunado a estos trabajos, con esquemas de prevención e inteligencia se han logrado reducciones netas en el número de delitos pues además de atender a un desplazamiento del delito la autoridad basa parte de su estrategia de prevención en un análisis de la concentración del mismo en tiempos y espacios determinados.
La razón por las que se dan estas concentraciones pueden ser tan sencillas como el hecho de que la oportunidad hace al ladrón: Y así como pudieran haber algunas horas, lugares o blancos que presentan mucho mejores oportunidades para el delito que otras, también hay delincuentes que saben aprovecharlas mucho mejor que otros.
Una geografía referenciada del delito permite a las autoridades y a la sociedad lograr la extinción en un lugar, a una hora, en algún giro o para algún tipo de delito, ya sea por la intervención directa (patrullajes, redadas, etc.), por medidas defensivas (alarmas o cámaras de vigilancia,) o por cambios legales.
En muchos casos es posible tener un efecto insecticida en vez de un efecto cucaracha: Los beneficios de una intervención específica se pueden diseminar a zonas contiguas o delitos distintos. Poner guardias de seguridad frente a una sucursal bancaria puede proteger a todos los negocios de una cuadra. Impedir la venta de droga en la vía pública puede reducir el número de asaltos y la presencia de ladrones oportunistas en una colonia entera, por poner algunos ejemplos.
En Yucatán la muestra del trabajo organizado entre las autoridades de seguridad de los tres niveles de gobierno y la propia sociedad ha sido la detención de algunos asesinos buscados a nivel nacional y presuntos miembros del crimen organizado. Existen muchos otros factores que apuntalan el clima de seguridad, sin embargo no pueden cerrarse los ojos ante la realidad que priva en otros estados de la República en los que la delincuencia organizada ha afectado sobremanera el tejido social de sus ciudades y comunidades y su eventual efecto en nuestro estado.
Por ello, expertos en el mundo entero coinciden al afirmar que siempre es mejor fortalecer las regiones que en apariencia están libres de criminales, pues cuando el efecto “cucaracha fumigada” los expulsa de sus terrenos, será muy difícil que logren establecerse en los sitios sanos, precisamente porque la vigilancia y la comunicación son muy ágiles y no pueden obtener cómplices.
En Yucatán se cuentan con mecanismos que permiten conservar este clima de seguridad lo que a su vez ha repercutido favorablemente en áreas como la inversión foránea, el fortalecimiento del turismo y el desarrollo social, bases indispensables para mantener un tejido social en el que la delincuencia de otros estados no puede encontrar fácil cabida.
Excelente Sr Fiscal muy claro!!