La seguridad en Yucatán. Una política de estado sostenible.

Hace varios años vivimos en México un panorama de violencia y con insistencia se ha hablado de una policía nacional, y desde entonces varias propuestas se han realizado. En marzo de 2010 la Conferencia Nacional de Gobernadores se pronunció en crear la llamada Policía Única Estatal con el argumento de que se impulsaría un modelo policial que privilegie el mando único en las entidades federativas para integrar un solo cuerpo. A aquella se sumó la iniciativa que el presidente Enrique Peña Nieto envió al Senado y que contemplaba entre otras cosas la desaparición de las policías municipales para que sus labores sean asumidas por las corporaciones estatales. Ninguna de esas propuestas prosperó en los términos planteados.

Actualmente nuestro país cuenta con una Guardia Nacional, una institución de seguridad pública de carácter civil que funge como policía nacional, órgano desconcentrado de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, y que recientemente su administración y operación corre a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Si bien las policías nacionales y unificadas existen en varios países alrededor del mundo y por ejemplo en Canadá, España, Francia y Colombia entre otros, funcionan, desde luego, no es posible trasladar ningún modelo policial de un país a otro, sino que depende de varios factores y conocer cuáles aspectos son útiles y cuáles no.

En mi opinión en cualquier modelo policial que se pretenda aplicar en nuestro país debe considerar al ámbito municipal, es indispensable tener y contar con diversas formas de actuación cercanas a la sociedad, consolidar la confianza de la ciudadanía acerca de la policía y de quienes la integran para poder combatir entonces y partiendo de esa confianza lograda, cualquier modalidad de delincuencia, ya sea organizada o no.

En otros lugares cercanos y lejanos se hacen esfuerzos para empoderar a los policías municipales porque son ellos quienes saben y conocen de mejor forma lo que ocurre en el territorio, es decir, juegan un papel importante en la prevención de los delitos.

En fecha reciente, el INEGI presentó la trigésima sexta edición de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana. Y de acuerdo con los resultados obtenidos, el municipio de Mérida, ha tenido una disminución constante sobre la percepción de la inseguridad pública, poniendo a la ciudad capital como una de las mas seguras del país. Resultado que no sería posible, entre otras condiciones, sin la fortaleza que nos da tener una identidad de comunidad que aún conservamos. Porque sin ella, es muy difícil echar a andar verdaderas estrategias de confianza, de cooperación y de atención cívica a los problemas de seguridad pública. Una comunidad que se conoce y que tiene identidad y fortaleza social y cultural, es una condición sobre la que se debe construir cualquier estrategia de seguridad pública.

Y así, por ejemplo, desde finales de 2007, Yucatán dio los primeros pasos hacia la construcción de una policía confiable mediante la combinación de tres factores:

  1. Cohesión social que permite que aún exista la identidad de vecinos. Una identidad de vecinos de barrio, de habitantes de una misma ciudad, e incluso, de un mismo estado,
  2. Hacer a los miembros de las fuerzas de seguridad, miembros profesionales con acceso a los beneficios que da la sociedad, seguridad social, salario y vivienda digna, lo que se convirtió en el mayor incentivo para que ellos sean sus más comprometidos defensores. Hacer sentir seguros a quienes dan seguridad y convertir a la seguridad en un tema más allá de la criminalidad y la tranquilidad en las calles y
  3. Consciencia entre la sociedad, de lo vital que es la seguridad pública para todos. De hacer entender a todos los ciudadanos, que la seguridad pública NO es sólo un tema de tranquilidad en las calles, sino de oportunidades de vida digna para todos.

A poco mas de tres lustros y tres períodos de gobierno distintos, nuestro estado sigue siendo ejemplo nacional en seguridad y combate a la delincuencia. Podríamos decir que en Yucatán se ha logrado institucionalizar la política pública instaurada desde entonces en materia de seguridad ciudadana.

Estoy convencido que sí es posible lograr un cambio verdadero en las policías en nuestro país, pero para hacerlo no basta que surja de un acuerdo entre partidos, debemos ver mas allá de una disposición, de un convenio o del solo cambio de una norma jurídica, los cambios que se necesitan deben de convertirse en una política de Estado sostenible a través del tiempo y la meta debe ser fortalecer la institucionalidad y lograr que, sin importar quién gobierne o a cual partido pertenezca, los mexicanos estemos protegidos por una policía honesta y profesional.

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