Con frecuencia hemos recibido testimonios de personas que llevan poco tiempo viviendo aquí sobre la forma de vida sencilla del yucateco. Salir a caminar en las noches por las calles, ir de compras, trabajar o salir a divertirse el fin de semana son cosas que ponderan de nuestro estado pues pueden disfrutarlas sin preocupación gracias al bajo índice delictivo del que goza la tierra del Mayab.
En contraste, también hemos recibido testimonios de coterráneos que por razones de negocios o familiares han sufrido en otros estados de la República el vivir por unos días otros escenarios: Temor de salir de casa, la posibilidad de verse envuelto en una balacera, secuestro, atentado o enfrentamiento.
Con frecuencia y en varios foros y eventos de corte académico hemos puntualizado que los niveles de seguridad que se gozan en Yucatán no es un logro exclusivo de las autoridades sino también intervienen factores sociales e inclusive, de acuerdo con varios autores, como el ilustre yucateco José Díaz Bolio, con las características geográficas de la región.
Díaz Bolio señalaba que no es Yucatán un territorio agreste, montañoso o con comunidades aisladas que impidan ciertos tipos de convivencia como ocurre en otras regiones del País donde la defensa del territorio implicaba conductas y actitudes ligadas a la desconfianza y al recelo.
Empero, desde un punto de vista más cercano a nuestros tiempos, una mirada profunda al tejido social de nuestra entidad revela rasgos insospechados en torno a las complejas relaciones de nuestra sociedad que permiten mantener y coadyuvar en los niveles de seguridad en Yucatán.
Factores como el auge de las redes sociales, la expansión de la tecnología móvil y el acceso a más canales de información nos muestran que las familias yucatecas han adoptado usos y costumbres que inciden en el nacimiento de patrones de ayuda mutua, cooperación y solidaridad en cierto tipo de situaciones tales como desastres o emergencias donde las familias, las amistades o los vecinos son los agentes clave en el dar y recibir ayuda, mientras las personas de fuera y las autoridades juegan un papel más reducido, pero no menos importante.
Casos como el rescate de una menor que se encontraba durmiendo en el interior de una camioneta cuando ésta fue robada en Mérida ilustra este proceso en el que tanto las redes sociales como la sociedad jugaron un papel importante para coadyuvar con las autoridades policíacas quienes luego de un operativo logístico exitoso lograron dar con la menor sana y salva en un período muy corto de tiempo.


También se han documentado rescates en alta mar y en la costa debido a estos factores en los que el uso de la tecnología y la difusión de mensajes entre familiares, amigos y vecinos han puesto de manifiesto una fortaleza que tiene su origen en la permanencia de estas relaciones sociales.

Sin embargo estos hechos no son fenómenos aislados, pues el papel de la autoridad no se ha limitado a formas de seguridad de antaño. Por el contrario, para fortalecer este tejido social “nato” desde finales de 2008 se ha procurado trabajar en grandes ejes rectores tales como la transformación de la seguridad en Yucatán de una de tipo operativo, a una estructural; en la construcción de medios alternativos de justicia y la oralidad en los procesos como paso lógico para complementar los esfuerzos que realizan las fuerzas de seguridad en el combate al crimen; y los medios alternos de resolución de conflictos como base para convertir la justicia en un instrumento de equidad social.
Estos tres en su conjunto contituyeron sin duda una política pública integral que ha hecho de Yucatán la entidad más segura del país desde y el estado modelo de la Reforma en Materia de Justicia Penal..
Tener esta seguridad le ha dado a las instituciones públicas de Yucatán, la legitimidad para llevar la seguridad y la paz cotidiana a la siguiente etapa, a una de transformación de las normas de convivencia; es decir, ser eficientes y tener mano firme en impartición de justicia, no es suficiente si no tenemos leyes que nos ayuden a construir paz y armonía.
Los medios alternativos de justicia y la oralidad en los procesos representan un paso lógico para complementar los esfuerzos que realizan las fuerzas de seguridad en el combate al crimen y nos obliga a pensar en formas y mecanismos para blindar ese logro, para hacer que la paz y tranquilidad que hoy tenemos sea duradera.
Yucatán es uno de los pocos estados del país que tuvo en los tiempos legales una Unidad de Atención al Secuestro, (2009) una policía especializada en la lucha contra el crimen cibernético y el primer estado del país en contar con una Agencia Especializada en la Atención al Delito del Narcomenudeo. (2010)


Todo lo anterior constituyen puntos de análisis para tratar de comprender que el fortalecimiento del Tejido Social no es un hecho aislado, fortuito o de carácter exclusivamente geográfico sino de diversos campos de acción en los que el papel más importante lo constituyen un conjunto de valores y creencias.
Sigamos así. Yucatán y México lo merece.