La seguridad en Yucatán: Tres pilares.

(PONENCIA DEL PROCURADOR GENERAL DE JUSTICIA DE YUCATAN, HÉCTOR CABRERA RIVERO, ANTE LOS MIEMBROS DE LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE JEFES DE POLICÍA (IACP) EN ORLANDO, FLORIDA, EE.UU. EN OCTUBRE DE 2010)

Yucatán es el estado más seguro de la República Mexicana.

Basta decir que el número de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, es de menos de 2

Una cifra comparable a los niveles de violencia criminal que existen en países como Suecia y Finlandia y menor a la que existe en Suiza.

Ése es un dato que arroja el Sistema Nacional de Seguridad Pública Mexicana y que en Yucatán apreciamos y valoramos muchísimo.

Sin embargo, ese dato no nos llena de orgullo simplista o de comodidades fáciles.

Ese dato nos ha servido para analizar y comprender por qué Yucatán se ha mantenido como un oasis de seguridad, ante las condiciones de inseguridad que afectan a toda la República.

Ése es un tema fundamental para quienes trabajamos por la seguridad pública y la justicia en la entidad.

Pero lo reitero, la seguridad que vivimos en Yucatán NO es un tema de vanidades, sino para entenderlo, saber preservarlo y fortalecerlo.

Para el Gobierno del Estado, ha sido fundamental preguntarse cómo se ha construido, en los últimos 3 años, la nueva seguridad y tranquilidad social en Yucatán.

Y la respuesta que hemos encontrado, es que la seguridad de la que gozamos actualmente, es producto de la combinación de tres factores.

Un primer factor de capital y tejido social.

Un segundo factor de inversión en la profesionalización y dignificación de nuestra fuerza pública.

Y un tercer factor de valoración social de la seguridad pública, como un elemento de justicia social y desarrollo económico.

Con base en estos tres pilares, desarrollaré el resto de mi intervención.

Con respecto al primer factor, el del capital social, es indudable que las condiciones demográficas e históricas de Yucatán, fueron la base sobre la cual empezamos a construir una estrategia que a la fecha, ha rendido buenos frutos.

Esas condiciones sociales y culturales, se refieren a la existencia en nuestro estado, de una cohesión social que permite que todavía exista la identidad de vecinos.

Una identidad de vecinos de barrio, de habitantes de una misma ciudad, e incluso, de miembros de un mismo estado.

En Yucatán, la dimensión demográfica de nuestras ciudades y pueblos, todavía permite que la gente se conozca, se reconozca y pueda notar la clase de actividades que se están llevando a cabo en su comunidad.

Esas condiciones son necesarias, pero NO son suficientes.

Y como explicaré más adelante, sin una identidad de comunidad, es muy difícil echar a andar verdaderas estrategias de confianza, de cooperación y de atención cívica a los problemas de seguridad pública.

Así, lo repito, una comunidad que se conoce y que tiene identidad y fortaleza social y cultural, es la condición necesaria, aunque NO suficiente, sobre la que en Yucatán empezamos a construir nuestra estrategia de seguridad pública.

A ese pilar, sumamos uno del que siempre se habla, pero del que muchas veces poco se hace.

Y ese pilar es el aspecto de dignificar y fortalecer a las fuerzas policiales.

Esa tarea, en Yucatán, la enfrentamos bajo el lema de “hacer sentir seguros a quienes nos dan seguridad”.

Por eso, hemos llevado a cabo acciones para capacitar y profesionalizar a nuestra policía, completando el adiestramiento básico policial de 8 generaciones de efectivos y entrenado a mil 592 elementos.

Pero hacer sentir seguros a quienes nos dan seguridad, NO sólo implica darles capacitación, armamento, o telecomunicaciones.

Implica además salarios, seguridad social y, sobre todo, confianza entre los elementos y sus mandos.

Pero en Yucatán creemos que de nada sirve que el policía se sienta seguro en la calle, si NO se siente seguro de poder darle a su familia una vida digna, con prestaciones sociales básicas y de tener, él mismo, un futuro profesional.

De nuevo, hacer sentir seguro al policía en su trabajo, es condición necesaria pero NO es suficiente, para dar los resultados que la sociedad demanda.

Y para eso, la actual Administración ha incrementado los salarios de las fuerzas policiales, por encima del resto de la administración pública y siempre favoreciendo a quienes menos ingresos perciben.

Además, otro tema muchas veces olvidado, ha sido la falta de prestaciones sociales básicas como la vivienda.

En Yucatán, al inicio de la actual Administración, los policías NO tenían acceso a los créditos de vivienda.

Y no lo tenían, debido a que su profesión de alto riesgo los descalificaba de los mejores créditos y las mejores condiciones.

Ése era un tema de enorme injusticia, porque les pedíamos a hombres y mujeres que salgan a cuidar casas y familias, y al mismo tiempo, se les negaban créditos y financiamientos vitales para su bienestar social.

Por eso, en Yucatán, abrir el mercado de vivienda para los policías y darles créditos específicamente diseñados para ellos, fue una estrategia fundamental para dar una nueva moral y espíritu de lucha a las fuerzas de seguridad pública.

Hacer a los miembros de las fuerzas de seguridad, miembros profesionales y que acceden a los beneficios que da la sociedad, se ha convertido en el mayor incentivo para que ellos sean sus más comprometidos defensores.

Ése, nosotros creemos, ha sido el ingrediente más importante de toda la estrategia de seguridad en Yucatán.

Así, al pilar del capital social y al pilar de la dignificación de las fuerzas de seguridad, nosotros sumamos un tercer elemento.

Y ese tercer elemento, es hacer consciencia, entre la sociedad, de lo vital que es la seguridad pública para todos.

De hacer entender a todos los ciudadanos, que la seguridad pública NO es sólo un tema de tranquilidad en las calles, sino de oportunidades de vida digna para todos.

Ahí, nuestra visión se puede resumir en la frase que dice “que la inseguridad NO sólo cuesta vidas, cuesta empleos y oportunidades de crecimiento económico”.

Para nosotros, en Yucatán, la tesis fundamental ha sido que, donde hay inseguridad, la inversión no llega.

Donde hay inseguridad, los profesionistas NO encuentran trabajo.

Donde hay inseguridad, las empresas se van y se pierden empleos.

Transmitir a la sociedad esta idea, ha sido fundamental para que todos, absolutamente todos, se involucren en el esfuerzo.

Ahora bien, ¿ha funcionado esa estrategia, más allá de los indicadores de la Encuesta Nacional de Inseguridad?

Permítanme dar dos resultados contundentes, que más que de combate al crimen, hablan de la confianza de la ciudadanía en sus fuerzas policíacas.

Resultados que hablan también de la confianza de inversionistas en la paz social y armonía que se viven en el estado.

Primero, permítanme dar el ejemplo de la confianza ciudadana.

Hasta agosto de 2007, antes de que iniciara el gobierno que oficialmente rige los destinos del Gobierno de Yucatán, nuestro teléfono de emergencia ciudadana, recibía en promedio 18 mil llamadas al año.

Ahora, en un estado fuerte en el tema de seguridad, recibe más de 204 mil al año. Más de 11 veces el número inicial.

Y, aún más importante, en nuestra línea de denuncia anónima, hasta julio de 2007, se recibían 420 llamadas anuales, menos de 40 por mes.

Y ahora tenemos un promedio anual de 2 mil denuncias ciudadanas anónimas.

¿Y qué quieren decir estos números en un estado con los índices de inseguridad de Yucatán?

Lo anterior quieren decir dos cosas.

Primero, que la ciudadanía se ha vuelto una vigilante permanente de una paz social que valora y que quiere mantener.

Y quiere decir también, que la ciudadanía cree en sus fuerzas policíacas, como una instancia con capacidad de responder y a la que le tienen la confianza para establecer contacto.

Ése es el enorme contenido social que nosotros vemos en estos números.

Números que NO serían posibles sin inversión tecnológica, sin el equipamiento correcto de nuestros policías y sin un vínculo real entre ciudadanos y fuerzas de seguridad.

Para nosotros, esto es una muestra de que la estrategia está funcionado y vale la pena mantenerse.

Nosotros creemos que las condiciones económicas que el estado posee, en gran parte, se explican por la tranquilidad y la seguridad pública que se viven en Yucatán.

Durante una de las recientes recesiones mundiales más severas, Yucatán se mantuvo como la cuarta entidad del país con menor desempleo.

De hecho, en Yucatán se han reportado crecimiento e inversiones sustantivas, en un área tan sensible a la seguridad pública como es el Turismo.

Un área, donde Yucatán tiene un enorme potencial que puede explotar para beneficio del mundo, gracias a la seguridad que proporcionamos a propios y visitantes.

Y todo esto se expresa, además, en una fortaleza laboral y de atracción financiera.

Hacer sentir seguros a quienes dan seguridad y convertir a la seguridad en un tema más allá de la criminalidad y la tranquilidad en las calles, nos ha permitido tener una estrategia de seguridad activa en Yucatán.

Y digo estrategia activa, porque implica la acción de toda la sociedad alrededor de sus fuerzas de seguridad.

Una actividad que impide a ciudadanos permanecer como espectadores o víctimas de lo que sus policías y sus estructuras de procuración de justicia, pueden o no pueden hacer.

Eso es lo que hemos logrado hasta ahora y así es como lo articulamos.

Sin embargo, NO aspiramos a quedarnos de brazos cruzados, aspiramos a construir sobre lo que ya hemos logrado.

Constituir el estado más seguro del país NO implica conformarnos, implica utilizar esa fortaleza para hacer aún más.

Así, para hacer un sumario de todo esto, resumiré mi intervención de la siguiente manera.

Mantener el tejido social es fundamental para la seguridad pública.

La seguridad pública efectiva, debe empezar por dar una posición digna y una participación social plena, a las fuerzas profesionales que la garantizan.

Sobre esa base, debe darse un nuevo valor a la seguridad pública, para que sea interés absoluto de todos.

Darle dimensión social y económica a la batalla por la seguridad, es ineludible.

Cuando se conjugan esos elementos, realmente se puede tener la participación y la confianza ciudadana.

Y una vez conseguida esa confianza ciudadana, se debe avanzar hacia la reforma del sistema de impartición de justicia, para convertirla en un punto de encuentro y de mediación entre los temas de seguridad y de respeto a la ley.

Ésa es la gran meta que nos hemos propuesto.

Una meta que, en Yucatán, estamos empeñados en hacer realidad.
La realidad de un estado en el que se pueda invertir, se pueda trabajar y se pueda generar empleo.

Porque la armonía social y la labor de las fuerzas de seguridad, siguen permitiendo que el trabajo y el esfuerzo, hagan la diferencia en la vida de los ciudadanos.

Ésa es la visión por la que cada día trabajamos en la tierra de una cultura milenaria.
La tierra de los grandes constructores de Chichén Itzá.

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